jueves, 23 de octubre de 2008

Bloguero fracasado

Últimamente no he podido escribir nada congruente, nada que me satisfaga o que me desespere por compartir. Sé que te encuentras aquí y no sé que decirte. Tal vez porque mi vida últimamente no ha sido muy congruente, satisfactoria o compartida, pero algo debo decir, siento las ganas de expresar algo pero no sé qué. Es tan estúpido como suena.

Quiero escribir pero he perdido la disciplina, la constancia, la entrega y la pasión. De ser un reportero a sueldo, un escritor fracasado, o un soñador crónico, solo pasé a ser un intento de bloguero, pero hasta para eso debes tener espíritu.

Recientemente leí algunas investigaciones sobre el uso de los blogs, las cuales señalan que es una práctica que mejora la calidad del sueño y la memoria, potencia la actividad de los glóbulos blancos y acorta el tiempo de convalecencia después de una cirugía, esto me orillo a gritar ¡Viva la blogoterapia!.

Con tantas noches de insomnio y yo desperdiciando mi espacio en la blogosfera. Me han dado las 5:21 de la mañana buscando y encontrando las soluciones a la crisis financiera mundial, el resultado de la anunciada reforma petrolera, la no sorpresiva pero siempre noticiosa ruptura perredista, la desenfrenada caída de las bolsas, el Fobaproa gringo o lo que me contará Julieta Campos de su recorrido por el mundo en sus Cuadernos de viaje.

Finalmente, escojo un pasillo que me lleva por un camino más tranquilo, de la poesía, del pensamiento suave, el de la flor entregada o arrebatada, el de las pasiones desbordadas o de la ironía de las cosas, pero al quererme expresar de forma aterciopelada, metafórica, sarcástica, o simplemente sutil caigo en cuenta que ni tengo el lenguaje flamígero de Neruda, ni el arrabalero de Lara, no cuento con la sutiliza política de García Márquez ni con lo polifacético de Benedetti; quizás un poco heterodoxo como Savater, quizás un poco escéptico como Saramago por lo que coincido con su idea de que “el mundo está hundido en la mierda y no se puede ser optimista; el que es optimista es estúpido o millonario”.

Como quisiera ser un francotirador literario como Sabines, pero sólo soy un plagiario de sus ideas ya que mi musa anda ausente. La frase vuela por mi frente y la atrapo entre mis manos, al extender las letras descubro lo que dicen:”no soy un poeta, soy un peatón”. Extiendo un brazo, apago la lámpara, jalo la cobija, me cubro hasta la cabeza y me hundo nuevamente para despertar en hora y media que será un nuevo día y por fin sabré cómo abre la Bolsa Mexicana de Valores, a cuánto esta el dólar, lo provocado por la pretendida reforma petrolera, el destino de Obama y McCain, así como el vudú de Sarcozy. En tanto, decreto soñar que en medio de tremendo diluvio, embriagado de poder, manejo una Hummer a alta velocidad y en mi loca carrera descuido el camino, alcanzo a caer en medio de un charco que provoca que una pequeño sunami caiga sobre los cuerpos de Elba Esther, Romero Dechamps y Jesusa Rodríguez, quienes esperan un autobús que los llevara muy, muy pero muy… lejos.