sábado, 31 de mayo de 2008

¿En qué parte me perdí?

Una gota de sangre en MTV, un cadáver conectado a internet, Mona Lisa llorando en el jardín, un licor de cianuro, muera el futuro, pasado mañana es ayer...La soledad es la ecuación de la vida moderna. Fito Paéz

¿Desde cuándo tenemos que pagar para que alguien nos escuche? Desconozco en qué parte de la historia me perdí, cuando reaccioné mis conocidos utilizaban el nombre de su terapeuta como muletilla, no tomaban decisión alguna sino lo consultaban y para sentirse integrados a la sociedad se afilian a cualquier grupo de ayuda.

No sé si se trata de lo que llaman las soledades de las grandes ciudades o es el resultado de una sociedad que entre más avances tecnológicos tiene menos comunicación humana se da. Es preferible desnudar el alma en la red ante una persona que tal vez nunca conocerás, que hacerlo con un amigo o compañero de trabajo. Es más confiable “un cuate” de Sarajevo que mi vecino, probablemente porque nunca lo verán. Es más fácil pagar a alguien que te escuche a ganarte el espacio con alguien que en verdad te estime.

Al comentarle a una amiga lo sorprendido de cómo personas entre los 20 y 30 se vuelven cada día más dependientes a los consejos de paga o a los antidepresivos, ella me respondió: sí, verdad, eso no se veía antes, yo los tomo porque el doctor me los recetó pero no porque no pueda vivir sin ellos. ¡Joder...estaré en dimensión desconocida! pensé de revote.

Mientras platicaba “con amigos de una amiga” en su fiesta de cumpleaños, éstos enviaban saludos de gente que conocían y la pregunta común era ¿en qué grupo lo conociste?: “En los dependientes de Polanco”, en “los de autodestructivos de la Condesa” o en “los perdedores en la Narvarte”, "en los adictos de la red", ¡Puta madre, seré yo el que está mal! Pensé en más de dos ocasiones.

Una de las asistentes a la reunión preguntaba a otra ¿y cómo se ponen las reuniones de los dependientes, en Polanco? A lo que la otra le respondía “se ponen buenas, llega gente interesante” a lo que de inmediato la primera comentó “a ese grupo no he ido, a ver cuando me lanzo”.

La idea me empieza a dar vueltas en la cabeza y encuentro más preguntas que respuestas. El que en estos tiempos acuda a un terapeuta es entendible pero que no puedas vivir sin ellos es alarmante. El que otros lucren por escucharte puede ser la excepción, no la regla. Te pueden ayudar a salir de un bache pero no a estancarte en el mismo. El que te relaciones con otros con problemas similares puede resultar fortalecedor para tomar decisiones, pero que para tomar decisiones tengas que depender siempre de estar rodeado de ellos, es preocupante.

¿En qué parte me perdí? No sé, tal vez porque aprendí a caminar en la selva y me dejo llevar por el instinto no dependo de los demás para equivocarme. Tal vez he tenido tantos problemas profundos desde niño que a los actuales les otorgo la dimensión exacta o tal vez solo este equivocado. Concluyo que si esa es la tendencia, si es hacia donde vamos, pues ¡estamos jodidos! Si es una moda prefiero estar en el pasado. Si son nuevas normas, prefiero violarlas (a las normas, claro).

miércoles, 28 de mayo de 2008

Tres palabras


Te he buscado con locura por calles y avenidas, en el metro, el autobús y por los parques. He viajado a otros continentes, volado en aviones, andado en trenes y navegado en barcos esperando encontrarte, pero la búsqueda ha sido estéril.

Por las noches cuando abrazo con frenesí la almohada y me descubro oliéndote quisiera que de mi garganta seca pudiera gritar tu nombre, -tu nombre que desconozco-, rodear tu cintura con mis brazos y susurrarte al oído justo lo que quieres escuchar.

Me has quitado parte de mi vida, tengo nostalgia de lo que no he vivido y sigo adelante con lo que me queda, buscándote siempre buscándote. Cuando el insomnio aumenta me hundo entre mis sabanas y mi corazón se agita, justo en ese momento, es cuando te envío tres palabras que al juntarse suenan tremendamente exquisitas: chinga tu madre.

lunes, 26 de mayo de 2008

Ella me dijo adiós

Ella me dijo adiós. Atrás quedaron las complicidades, las carcajadas, las pláticas clandestinas, la gota de miel de los buenos recuerdos y los malos momentos. Todo quedo atrás. Ella levantó la mano izquierda, extendió la palma de su mano y cada uno de sus dedos dijo adiós. Jura que volverá un año, creo conocerla y sé que no regresará jamás. Se va a Madrid y quiere llegar ya! No la volveré a ver… me puse tristísimo, cuando lo supe, justo cuando el taxi se alejó y ella me dijo adiós.

viernes, 23 de mayo de 2008

Cartas de amor en tres tiempos

Hola Susana:

A penas te conozco y no puedo dejar de preguntarme cómo pude vivir sin ti. Tu mirada quedó impregnada en mi memoria. El solo recordarte me agita el corazón, enchina la piel y provoca una corriente de emoción que golpetea toda la parte interna de mi piel, como queriendo salir por los poros. Sabes, debo confesarte que te quiero en la mañana, a medio día y por la noche, a veces te prefiero cuando te sueño porque es cuando más atrevida eres, me dejas rozarte la espalda con mis dedos y darte un beso detrás de las orejas. Si, te quiero mientras te quiero ¿se podría querer más?

A t t e

Un hombre enamorado

Te quiero cuando he bebido (Carta 2)

Querida Susana:

Me siento apenado por la tarde que llegué la noche de ayer. Traté de no hacer ruido para no despertarlos, a ti y al bebé. Espero que no te enojes mucho. Sabes como es esto, los amigos, el ambiente, la música y los tequilas.

Mira cariño no pienses mal, me conoces y sabes que no me iría con nadie, tengo mis defectos pero mi mayor virtud es la lealtad. Recuerda que juramos ser siempre leales, estar siempre juntos. Si me tomo una copita de vez en cuando es para relajarme, para olvidar tantos problemas y para verte como eres, esplendorosa. Sabes, te quiero más cuando he bebido. Te quiero cuando me gritas, pero sobre todo cuando me miras, rodeas mi cuerpo con tus brazos y me preguntas ¿porqué has tomado? A lo que de inmediato te respondo ¡porque así te quiero más!

Atte

Tu amor

Te quiero en pretérito (Carta 3)

Susana:

Cuando siento tu respiración cerca de mi quisiera arrojarte contra la pared y gritarte la repulsión que siento por tu cercanía. Cuando caminando me tomas de la mano quisiera soltarla de inmediato, perderme entre la gente y hacer que no te conozco. Cuando entre las sabanas tu mano se desliza bajo mi ombligo y me hago el dormido quisiera gritarte ¡basta!

Pero qué le voy a hacer, estuviste conmigo cuando la facultad estudiaba para el examen y juntos repetías las lecciones, cuando temerosos rompimos el tabú de la virginidad, para luego levitar juntos y atravesar el pasillo que nos conducía al altar, pero sobre todo estuviste a mi lado al escuchar el primer grito de nuestro pequeño Daniel.

Estuviste conmigo cuando mi imagen de jefe de familia era cuestionada ante la falta de ingresos y luego me enseñaste a dar mis “nuevos” primeros pasos tras ese estúpido accidente. Por eso, cuando siento ganas de alejarte de mi, viajo al pasado y recuerdo lo grande que eres como madre, como esposa y que fuiste como pareja. Definitivamente, te quiero en pretérito.

Como escribió Sabines: “después de todo –pero después de todo- sólo se trata de acostarnos juntos, se trata de la carne, de los cuerpos desnudos, lámpara de la muerte en el mundo”.

Si, te quiero en pretérito. Cuando puedo gritar tan fuerte como el silencio lo permite, abrazado de la almohada, sintiendo tan cerca como quieres, pienso y concluyó: sí, te quiero cuando se apaga la luz y viajo al pasado.

Con cariño

Tu esposo

miércoles, 21 de mayo de 2008

Moderna historia de amor

Es la historia de una princesita muy bonita, muy bonita que conoció a un príncipe muy galán, muy galán. El príncipe cuando la conoció se deslumbró, se acercó a ella, la invitó a starbucks, luego a Pata Negra, al final terminaron en un hotel Savoy. Al día siguiente el príncipe le dijo a la princesa ¿te quieres casar conmigo? Ella le dijo: No, y ambos fueron muy felices.

martes, 20 de mayo de 2008

En la red

Al buscarme en la red descubrí que soy muchas cosas, soy boxeador, ciclista, sacerdote, policía, escultor y periodista. Que paradójico, como sacerdote puedes escuchar y como periodista denunciar. Como policía detener y como ciclista correr. Como boxeador golpear y como escultor crear. Podemos ser todo y somos nada. Nuestros nombres se repiten en distintos pueblos, ciudades, países y continentes, sin embargo somos todo y no somos nada.

Polvo somos y en polvo nos convertiremos. Un polvo que se esparcirá en el ambiente y seguramente terminará sobre un escritorio, una computadora o perdido en la red, en la red de nuestros sueños, de nuestras frustraciones, de nuestros éxitos y nuestros fracasos. En la red que hoy te hace conectarte con el mundo y cuyo camino es tan solo un delgado, moldeable y oscuro cable. Una red que te atrapa y a través de la que tratas de descubrir quién eres. Y tú ¿ya te conectaste?

lunes, 19 de mayo de 2008

Si puedes tú con Dios hablar

Anoche tuve un sueño, más bien fue pesadilla. Soñé que era mujer. Desperté con una gran angustia y casi me asfixiaba por lo agitado de mi respiración. Comprobé lo que sospechaba: se deben tener muchos huevos para ser mujer.

¡Que duro es ser mujer! pensé al despertar de ese sueño. Era tres veces marginada. Era mujer, era indígena y era pobre. Mi padre me exigía limpiar temprano la casa, lavar rápido la ropa, ayudar a mi madre con la comida. Me gritaba que ya estaba para vestir santos pues en esa comunidad si a los 18 años no te has casado difícilmente lo harías. Me indicaba que me casará con quién fuera. Para ser una buena mujer debía tener muchos hijos, atenderlos diariamente, hacerles de comer, llevarlos a la escuela, cuidarlos y protegerlos, para que mi esposo no tuviera queja de mí. A parte a éste le debería ser fiel, generosa en los modos, gentil en los tratos y obediente en los hechos.

Me sentía mal ¿qué podía hacer? Era mi destino por ser mujer. Mi obligación era ser buena hija, buena esposa y buena madre. Pero ¿eso me llenaba? Era importante que los demás se sintieran bien, pero yo ¿qué hacía con todo lo que llevaba dentro?

¿Qué podía hacer? Me habían enseñado a ser obediente, sumisa y llevadera. De no ser así seguramente nunca lograría ser aceptada por los demás. Lo mismo hizo mi madre, seguro, lo harían también mis hijas y nietas.


Mi destino ya estaba marcado. La angustia me ahogaba. La resignación no llegaba. Sólo quería soñar, algo me decía más allá del río había otros lugares, suponía que había otras cosas. Quería escapar, irme lejos, tener alas y volar. Me negaba a admitir mi destino por “el simple” hecho de ser mujer.

La angustia me consumía, el corazón se agitaba y yo me negaba a continuar las reglas del juego…Afortunadamente desperté. Me senté en la cama, sudoroso y preocupado sólo alcance a exclamar: ¡Dios bendiga a las mujeres!

Inmediatamente me cuestioné ¿de donde sacarán tanta fuerza para enfrentarse a la vida? Y encontré la respuesta en aquel pensamiento inglés que dice: El hombre fue creado cuando la naturaleza se hallaba todavía en su aprendizaje; la mujer, en cambio, cuando la naturaleza era ya una hábil maestra en su arte.

viernes, 16 de mayo de 2008

¡Sí, los hombres amamos a las cabronas!

Dice José José que amar y querer no es igual, que amar es sufrir y querer es gozar. Yo te gozo pero… ¿te quiero? Cuando manejando empiezas con tus cánticos de reclamos para después enlistar todos mis “defectos” que tanto te molestan, como el que me guste escribir, tener amigos y paradójicamente estar solo, no levantar la tapa del baño, o dejar tirada la ropa por todas partes, en vez de empujarte la cara y embarrar los sesos en el cristal, me detengo, te doy un beso en la mejilla, pongo mi cabeza en tu hombro y continuo escuchando la letanía que sale de tus labios. Al terminar extiendes un brazo y lo pasas por mi cuello, siento el olor de tu piel y pienso ¡qué gran cabrona! y respiro profundamente.

lunes, 12 de mayo de 2008

DF, año 2030

Es el año 2030, desperté después de trece años de haber caído profundamente dormido, en este ausentismo que los que saben, llaman “coma”. Recuerdo que era el 2007 cuando tuve aquel accidente que desconectó de mi Distrito Federal, del mismo que por sus calles me llevaban esa tarde a querer atravesar Reforma, tuvo que detenerse ante la manifestación de maestros, los mismos que “enseñan" pero no aprenden. Aquella tarde no sólo detuvieron la ambulancia, sino también mi vida.

DF, año 2030. No sé si es porque aún no despierto del todo pero no logro entender lo que en los medios de comunicación se debate. Según percibo una mayoría partidista ya aprobó tiempo atrás la legalización de la pederastia y la zoofilia, “es una medida de avanzada, de vanguardia” leí había declarado un diputado que en el pasado había sido una importante modelo, de izquierda claro. El debate ahora es si se debe o no permitir “la interrupción” de la vida a partir de los 18 años, es decir, a quienes crean no lograran su proyecto de vida tendrían la posibilidad de “detener su ciclo de vida”.

No puedo creer que hayan pasado solo 23 años y ya se permitan tantos cosas en la capital del país, pero caro lo han pagado porque ni en el 2012 ni en el 2018 “la izquierda” logró ganar la Presidencia, ya que en el resto del país “las mayorías” no piensan igual. No acabo aún salir del asombro cuando leo que en la universidad de la Ciudad imparten licenciaturas tan extrañas como la de “Asistente sexual” con especialidad en menores de edad con indefiniciones en sus preferencias.

La enfermera, Beatriz, me explica que a finales del 2007 la mayoría en la asamblea había logrado dar un marco “legal y digno” a las empresarias del placer, muchas de las cuales ocupaban importantes espacios en la vida política y académica capitalina, parece que una encabeza el Instituto de la Mujer y otra es rectora en la Universidad Padierna Autónoma del DF (UPADF) . Al leer en el diario que un joven político había solicitado la disolución de sociedad de convivencia con “Penchi”, una hermosa perra de extraña raza, por “incompatibilidad de caracteres” me siento en dimensión desconocida, esto va más allá de mis neuronas, que a estas alturas preferirían permanecer dormidas.

Beatriz viste de negro –por aquello de ejercer su libertad- es una emo y sabe de mis emociones, de la tormenta interna y del tsunami de mi sangre, ella es sensible y lo percibe, me abraza y explica que han surgido otros partidos, que si la mega izquierda y la ultra derecha, me explica del gran desempleo generado por no haberse hecho reformas energéticas, laborales, ni fiscales, de cómo se fue terminando el petróleo y como algunos lideres sindicales fueron quemados en pleno zócalo. Me cuenta como un ex gobernador sonorense llegó a ser Presidente y el fracaso del sistema parlamentario en México. Trato de entender los cambios en tan poco tiempo, la distribución de la Ciudad por colonias de tribus urbanas, y la aceptación de recursos del narcotráfico para campañas políticas y para construcción de unidades habitacionales.

La enfermera me cuenta que los nietos de Slim han privatizado el centro histórico y se de debe pagar una cuota para acceder a esa zona, que cobran cover para entrar a catedral o para acceder a las zona comercial “Bejarano´s Ligas Shop”.

Ella explica que empezaron con el aborto, siguieron con la eutanasia, la legalización de la prostitución, la pederastia, la zoofilia y ahora están con la discusión de la interrupción voluntaria del ciclo de vida cuando se considera los proyectos de vida ya se perdieron. Creo que debí haberme quedado dormido más tiempo o de plano no despertar jamás… ¿habrá alguna ley que me permita regresar al pasado? No entiendo ¿Qué no escucharon a las minorías de las que hablan a nivel federal? ¿no realizaron foros ni hicieron grandes debates? ¿No hubo referéndum ni plebiscitos? Desperté abruptamente y me di cuenta que soñé que había soñado.

domingo, 11 de mayo de 2008

Un día triste

Todas las mañanas desde que llegue esta Ciudad, al arribar justo ala estación del metro más cercana a mi lugar de trabajo, un niño se me acercaba y me pedía una ayuda.

Inteligente y vivaracho el pequeño con el mejor nombre que un hombre pueda tener “Jesús”, se acercaba a mí y me decía: “Papá, papá, dame un peso”. Astuto e inteligente supo identificar uno de mis tantos vacíos y cada mañana por muy cansado o fastidiado que estuviera me levantaba el ánimo, pues me veía a lo lejos y entre el tumulto me identificaba para después gritar “Papá…aquí estoy” yo le alzaba la mano derecha y el a veces corría y se acercaba.

Era una extraña complicidad, mezcla de quien se sabe engañado y quien se sabe descubierto. A veces mientras ascendía por las amplias escaleras que conducen a la superficie me gritaba “ten un buen día Papá”.

Hace unos días que no lo saludaba por lo que pregunté a otros niños “¿dónde se metió Jesús?, No lo he visto”, uno de ellos de golpe me dijo “se quedó en el viaje”; No lo podía creer ¿Por qué?

Ya no habrá quien me levante el ánimo en las mañanas, ni que me recuerde una parte de los tantos vacíos que tengo. Seguramente mientras suba por las amplias escaleras que me llevan a la oficina me cuestionaré ¿por qué no hice algo por él? Tal vez escucharé el dulce eco de su voz que me grite “Papá ten un buen día”, quizá mi cuerpo vibrará por dentro pero lo mantendré relajado por fuera, las piernas firmes para dar bien los pasos en mi camino y pisar cada escalón hasta ascender y llegar al asfalto que tantas almas solitarias sostiene.

viernes, 9 de mayo de 2008

A los amigos que he perdido en el camino

Política y religión debe ser temas prohibidos entre dos personas que coinciden en muchos puntos menos en algunos que por lo polémico se deberáin evitar. Las posturas se polarizan, los ánimos escalan y los buenos recuerdos se borran. Si, debe haber una ley que prohíba abordar en lugares públicos y privados asuntos espinosos, argumentos encontrados y pensamientos opuestos entre quienes se quieren tanto.

Cuando escuchas hablar de cosas que no compartes puedes dar el avión o combatirlo sin tregua, pero
cuando te enfrentas con ideas con alguien con quien compartes tantos recuerdos de das cuenta que tal debate no aleja sino fortalece ¿Por qué?

Si en verdad conoces a tu interlocutor sabes que debes respetar su espacio, reconocer su derecho y tratar de explicar su decisión; porque es el ejercicio de su derecho a manifestarse, a disentir y refutar lo que muestra la libertad de la que disfrutamos y que nos pertenece por el simple derecho de existir. No compartes claro, pero respetas. Sin duda, de las cosas que nos distingue de los entes irracionales están la consideración y la deferencia.

A veces quisieras que tus amigos, hermanos, primos y compañeros de toda la vida pensaron igual que tú, estuvieran a tu lado, defendiendo la misma lucha, librando el mismo combate, compartiendo la misma disputa o participando en el mismo frente, para cobijar y ser cobijado, para proteger y ser protegido, para abrazar cuando se es derrotado, pero la realidad aplasta, la vida cingla, los golpes cimbran y los caminos se eligen.

Cada cual arma su propia personalidad y observa como se forma su amigo, hermano, primo o compañero, por eso es que tienes deferencia, por eso tienes consideración, por eso respetas. Negar su derecho a discrepar sería tanto como negar tu existencia misma y representaría borrar los gratos recuerdos coleccionados a lo largo de tu vida. Eso pasa, si pasa, hasta entre quienes se quieren tanto. Si pasa, hasta entre los amigos de siempre, algunos de los cuales se han quedado en el camino. Y la vida, la vida sigue.

jueves, 8 de mayo de 2008

A mis madres !

Solamente dos veces he soñado con mi madre muerta, una hace siete años, antes se sufrir un gran accidente y la semana pasada, antes de perder a un buen amigo. En la primera ocasión ella me ofreció un regalo al que yo me negaba a recibir, lo importante para mi era abrazarla fuertemente, temblaba y lloraba inconsolable mientras la rodeaba con mis brazos; en la segunda, ambos estábamos en camas de hospital, separados a menos de un metro de distancia, el doctor anunciaba mi muerte y me respuesta era: no importa estoy con ella.

Más de veintisiete años de no tenerla y aún puedo percibir el olor de su piel, el sonido de su voz, el calor de su abrazo y su inexplicable mirada, esa mirada tan especial que siempre me enviaba mensajes cuando nuestros ojos se encontraban. Pocos años la disfruté pero fueron suficientes para tener una presencia continúa en cada paso de mi vida. Su lugar lo llenó la abuela, una grandiosa mujer que contaba historias y que me aseguraba yo era el preferido por ser “negrito”. Querida por todos quienes la conocían y con el mayor número de “nietos” que he sabido, le surgían de forma espontánea pero explicable. Bastaba cualquier frase que soltara para sentir que ya la amabas.

Con ella estuve más tiempo, era amorosa, platicadora, bromista y ocurrente ¡que bien nos la pasábamos! a su sepelio, al igual que el de mi m adre, acudieron muchísimas personas, lo cual no fue hecho fortuito. A ambas las añoro pero no las lloro. Les di lo que de acuerdo a mi edad y posibilidades pude y les aprendí el amor a la vida. Cada día era una hazaña, un reto, una oportunidad. Que bien me siento que les di el tiempo exacto y les dije las palabras correctas. ¡Felicidades donde se encuentren! Tuve el privilegio que fueran ellas las que me tocaran. Como dijera el maestro Sabines: ¡Que Dios bendiga a Dios!


Viejo, mi querido viejo

Si me pidieran que en dos palabras encerrara los conceptos de carácter, firmeza, honestidad, ejemplo y rectitud, sin pensar, mi respuesta de inmediato sería: Alfonso Gómez, mi abuelo. ¡Que orgullo es ser tu nieto! pensé más de dos veces mientras lo observaba cuando platicábamos. Veía sus gestos, la forma de mover las manos, su hablar pausado pero enérgico, esas palabras surgidas de un hombre que sabe de qué va la vida. Un hombre que abarca todo el contenido de la palabra.

Me sumerjo en mis recuerdos y desde siempre me he sentido bien a su lado. Como olvidar las tantas veces que caminamos medio pueblo para acompañarlo a misa y en ese largo andar las tantas voces que se referían a él como “abuelo”. Continuábamos la marcha me tomaba del brazo y ponía su mano en mi hombro y yo me sentía tan orgulloso.

No olvido nunca esa enérgica voz que poco a poco se va apagando por ese cruel juego que nos hace la vida y al que no todos tenemos el valor de enfrentar. La misma voz que se refiero a mí como “negro”. La misma voz que me ha señalado los errores y que acepto sin regateos porque en la mayoría de casos posee la razón.

Alfonso Gómez completo, fuerte y pensante, se queja de cosas y se ríe de otras, señal de que esta vivo; el hombre que como siempre lo ha demostrado con su entereza y fuerza moral no se ha dejado abatir pero sabe que llega el momento de ceder. La firmeza va tejiendo matices y él lo sabe. Ceder sin conceder, aceptar sin declinar, vivir y cuestionar, de eso se trata.

Me enseñó a caminar, cuidó de mis pasos y ahora tendría que cuidar los suyos, porque sigue siendo aquel gigante de quien me aferraba para continuar mi primer andar y ante quien tendría deslizarme para besar sus pies. Su voz demuestra que envejecer es como subir por una colina, donde los pasos se vuelven más lentos y la fuerza de pierde, pero la vista es más clara, transparente y reflexiva. Para sus nietos, ese es nuestro hombre, porque todos tienen sus héroes pero él es el nuestro. Viejo, mí querido viejo.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Gracias a la vida !

Barrio de Belém. Lisboa, Portugal

Esta mañana he abierto cada uno de los ojos, observé detenidamente el espacio que esta noche habité, mis caderas impulsaron mis piernas hacia el piso y cada una de ellas se dirigió hacia el lavabo donde un golpe de agua helada me despertó completamente. Sentí cada parte de mi cara que mis completas manos golpearon así al amanecer. Con esa agua helada que me hizo sentir muy vivo.

Me dirigí al salón donde levanté el teléfono y hablé a mi familia, luego me senté frente a la computadora y respondí un par de mensajes de amigos. Absorbí un trago de café y me asomé por la ventana para ver a mis pies a esta Ciudad, la que nunca duerme y siempre se mantiene alerta.

Alguien dijo la gratitud es la memoria del corazón. Tenemos ojos para observar, brazos que extender, manos que abrir, piernas que impulsar, olores que absorber, memoria para recordar y latidos que sentir. ¿Necesitas más?