lunes, 5 de octubre de 2009

¿Deprimirme yo?

Últimamente me han rodeado muchas personas que han caído en lo que hoy llaman depresión. Se quejan de la vida, del desamor o de la soledad. Los escucho, atiendo y digo lo que quieren escuchar. Como decía Rosario Castellanos ser bueno es fácil, no preguntas, los buenos no son inquisitivos. Sólo pienso una y otra vez: que forma de desperdiciar el tiempo…la vida.

Ayer me sentía nostálgico, si, nostálgico, palabra entendida como la tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida. Cómo no, se cumplían treinta años de la muerte de mi madre, el gusto de saberla presente, la sensación de que alguien te quiere plenamente y te necesita sinceramente. Esa huella que se va borrando y que crees recordar. Nadie me preguntó cómo me sentía o pretendía. No por ello me deprimo, agradezco haberla tenido. Mi perdida poco les importo a quienes me rodean, de lo cual no los culpo, porque tampoco les entero.

En la competencia de dolores algunos sufren por un amor fugaz perdido, por el pesar de no ser comprendidos o por la inseguridad de las decisiones mal tomadas, no me queda más que manifestarles lo imbéciles que son al no disfrutar de las cosas que tienen y que desperdician sin parar.

Problema, es el de las cien personas que cada minuto caen en la pobreza en el mundo; pena, el que cada seis habitantes del planeta pasan hambre diariamente; pesar, el de los casi 16 mil niños que mueren de hambre diariamente; desconsuelo, el de las ocho mil niñas y mujeres sometidas cada día a la mutilación genital; desdicha, el de los cientos de personas secuestradas o impotencia el de las personas encerradas injustamente en una cárcel.

Y no es que pase del dolor ajeno, sino porque sé lo que no es tener madre que te cuide, padre que te oriente, hermano que te apoye o mujer que te abrace. Sé lo que es que gritar tan fuerte como el silencio lo permite y tener que agarrar fuerzas quién sabe de dónde para enfrentar al día siguiente. De dolor nadie me va enseñar.

Tal vez “muchos de los pocos” amigos que tengo no les guste la idea, pero la depresión hoy en día sólo la puedo entender en los frívolos que quieren ser el centro del mundo, en quienes creen que los conflictos del resto no importa o en quienes no creen poder completar alguna exótica colección, aunque ésta se trate de trozos de corazones heridos.

¿Deprimirme yo? que va, es un lujo que estoy muy lejos de poseer y al que no aspiro. No me alcanza el día para agradecerle a dios estar vivo y disfrutar lo grandiosa que es la vida, la cual, en cada momento, me hace recordar lo glorioso que es poseerla. Pero como ya me cansé de escuchar o decir lo que quieren oír sólo me resta expresarles: ¡a mi no me deprimen…me encabronan!