jueves, 8 de mayo de 2008

Viejo, mi querido viejo

Si me pidieran que en dos palabras encerrara los conceptos de carácter, firmeza, honestidad, ejemplo y rectitud, sin pensar, mi respuesta de inmediato sería: Alfonso Gómez, mi abuelo. ¡Que orgullo es ser tu nieto! pensé más de dos veces mientras lo observaba cuando platicábamos. Veía sus gestos, la forma de mover las manos, su hablar pausado pero enérgico, esas palabras surgidas de un hombre que sabe de qué va la vida. Un hombre que abarca todo el contenido de la palabra.

Me sumerjo en mis recuerdos y desde siempre me he sentido bien a su lado. Como olvidar las tantas veces que caminamos medio pueblo para acompañarlo a misa y en ese largo andar las tantas voces que se referían a él como “abuelo”. Continuábamos la marcha me tomaba del brazo y ponía su mano en mi hombro y yo me sentía tan orgulloso.

No olvido nunca esa enérgica voz que poco a poco se va apagando por ese cruel juego que nos hace la vida y al que no todos tenemos el valor de enfrentar. La misma voz que se refiero a mí como “negro”. La misma voz que me ha señalado los errores y que acepto sin regateos porque en la mayoría de casos posee la razón.

Alfonso Gómez completo, fuerte y pensante, se queja de cosas y se ríe de otras, señal de que esta vivo; el hombre que como siempre lo ha demostrado con su entereza y fuerza moral no se ha dejado abatir pero sabe que llega el momento de ceder. La firmeza va tejiendo matices y él lo sabe. Ceder sin conceder, aceptar sin declinar, vivir y cuestionar, de eso se trata.

Me enseñó a caminar, cuidó de mis pasos y ahora tendría que cuidar los suyos, porque sigue siendo aquel gigante de quien me aferraba para continuar mi primer andar y ante quien tendría deslizarme para besar sus pies. Su voz demuestra que envejecer es como subir por una colina, donde los pasos se vuelven más lentos y la fuerza de pierde, pero la vista es más clara, transparente y reflexiva. Para sus nietos, ese es nuestro hombre, porque todos tienen sus héroes pero él es el nuestro. Viejo, mí querido viejo.

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