martes, 24 de marzo de 2009

Cucarachas en el arroz

- Otra clásico final de una historia de amor -

Siempre que llego a su ciudad le habló, tomamos un café o una copa de vino, hacemos el amor tantas veces como las horas nos lo permiten y repetimos el hecho casi diario mientras permanezco allí, siempre cuando llego a su ciudad, le marco y ella siempre está dispuesta. Esta última vez mis planes eran otros, tenía otros pendientes, mi agenda no giró en su entorno, pensé que nunca se enteraría de mi paso por su tierra. Hoy al revisar mis mails me doy cuenta que me ha descubierto, al menos eso percibo por lo que me escribió:

“Y yo no quiero ni verte. Del asco que me das, ni siquiera repetiría tu nombre…y desde ahora y hasta el día que te mueras, ojala te acompañe la desdicha en todo lo que inicies: que te mientan, que te engañen, que te roben hasta la camisa que llevas puesta. Que te desuelle el sol si te marchas en otro viaje de novios, que se hunda el banco que elegiste para tus ahorros, que te ponga los cuernos tu mujer, que se escapen de casa tus hijos, que tus nietos escupan a la cara. Que te encuentres cucarachas en el arroz con leche, que descubran que has muerto solo cuando ya huelas. No te mereces otra cosa; ojala la encuentres. Y ojala yo ni siquiera me entere de ellos”. ( * )

Ahora veo que sólo conocía su lado dulce, candido y amoroso. Siempre su mostró pacifica, templada y comprensiva. Ante tus palabras no queda más que tener los mismos deseos hacía ella, es decir, quiero que también la engañen, que le roben hasta el vestido de novia, que nunca estrenará porque la dejarán plantada, por lo que el coraje le provocará se le caiga la piel por los nervios. Su futuro ex esposo seguramente la terminará odiando, los hijos la repudiarán y sus nietos la vomitarán. Su cuerpo terminará en alguna fosa común y su espíritu habitará en alguna cucaracha que seguro será la que aparezca en mi plato de arroz con leche… que tanto prometió pero nunca me sirvió.



* Cartas de amor y desamor. Espido Freire. De la edición: 451 Editores, 2009.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No lo solo de amor vive el hombre, sino también de su capacidad de odiar; inspirado en que el peor de los engaños es el autoimpuesto, la peor ceguera la provocada por uno...y el responsable de lo que pasa y pase (Ricardo León)