martes, 10 de febrero de 2009

Slim, el rostro del cinismo

Con toda impudencia y obscenidad descarnada Carlos Slim se presentó en el Foro denominado ¿Qué hacer para crecer? y criticó el esquema que paradójicamente lo convirtió en el segundo hombre más rico del planeta. Llegó, apuntó, crítico, visualizó, alarmó y finalmente huyó.

Irónicamente dijo que no quería ser catastrofista por lo que dulcemente pronosticó el quiebre de muchas empresas, cierre de comercios, locales vacíos y una tasa de desempleo no vista en los últimos 80 años.

Alguien con un poderío económico de tales dimensiones y cabeza de tantas empresas no aprovechó un foro así para señalar salidas, es más, nunca escuchamos que anunciará baja a las tarifas de interconexión ni de las de pre pago, reducción al costo de las llamadas de Telcel o de los alimentos en Sanborns, o negociaciones especiales a los deudores de inbursa, sin embargo, se pronunció por rechazar la inversión extranjera ¿y eso?

El empresario no quiere que foráneos inviertan en México, ya sea por el temor a una verdadera competencia o el fin de sus monopolios. De repente recordé que se ha opuesto a la reforma que permitiría inversión extranjera directa hasta en un 100% de redes públicas de telecomunicaciones.

El panorama lo tiene claro. La idea es fortalecer a las empresas mexicanas para competir fuera, pero que no se fortalezca la competencia en México. Es bastante evidente que tonto no es, pero alarmar y asustar a la inversión extranjera para que no inviertan en México hace a Carlos Slim la materialización de la desvergüenza, el desaseo y, sin duda, el ejemplo más claro del sinónimo de cinismo.

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