domingo, 11 de enero de 2009

2009 y la pinche realidad

¡Por fin se terminó el 2008! No tienen idea de cómo quería que terminará el año. Deseé como nunca que acabara este ciclo.

El 2008 fue terrible. Explotó la crisis económica internacional. Vivimos como nunca la violencia, sólo en México, hubieron 5 mil 661 ejecutados; pese a los excesos de la crueldad criminal oportunistas insisten en la pena de muerte. En este intervalo no logramos grandes avances, la FAO informó que 963 millones de personas pasaron hambre en el mundo en estos 365 días, esto supone 40 millones más que en 2007, cuando la cifra global sumaba 923 millones. Es decir, un aumento de 75 millones de mal comidos en comparación al año anterior. En el mundo continúa la lapidación, las mutilaciones, el tráfico de mujeres y la tortura. Solamente en el Distrito Federal hubieron dos violaciones sexuales al día y sigo esperando alguna ley que castigue severamente a los malditos pederastas.

Nunca olvidaré el 2008. Y no por la llegada de Obama a la Casa Blanca, la refrescante liberación de Ingrid Betancourt, el zapatazo a Bush, no porque hayan dejado de entrar remesas al país por 2000 millones de dólares, las muertes de Henestrosa, Emilio Carballido, Charton Heston, Yves San Laurent, Pollak, Heath Ledger, Paul Newman o Juan Camilo Mouriño, ni por el acto terrorista en Michoacán, los asesinatos de Fernando Martí y Silvia Vargas, las casi 70 mil victimas del sismo en China, el regreso al poder de Berlusconi en Italia, porque Kosovo se declaró independiente o que oficialmente Fidel haya delegado el poder a su hermano, no, 2008 nunca lo olvidaré porque fue el año que no sólo se quebró la economía también mi corazón. 2008 fue el año que murió mi padre. Ya nada será igual.

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